jueves, 2 de junio de 2011

Teórico Nª 9: "Metáfora y metonimia"

TEÓRICO Nº 9


METÁFORA y METONIMIA



Para la clase de Trabajos Prácticos del viernes 10 de junio:

Repasar:
En DISEÑO.COM : Capítulo 9 “Retórica y diseño”

Estudiar:
En Casos de comunicación y cosas de diseño: Capítulo 12 “El boceto verbal”



Más aplicación conceptual:

1.- Señale todas las Figuras Retóricas que encuentre en las letras de las siguientes canciones.

2.- En cada caso, explique el NIVEL (metaplasma, metataxia, metalogismo, metasema) y la OPERACIÓN (adjunción, supresión, sustitución o mixta, permutación) que ha tenido lugar.

3.- Para las metáforas y las metonimias explique además su funcionamiento según generalizantes y particularizantes.



CyC Clásica & Moderna


Poema para recobrar
Francisco Luis Bernárdez

Si para recobrar lo recobrado
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado,

si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.

Porque después de todo he comprendido
que lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.



Estar enamorado
Francisco Luis Bernárdez


Estar enamorado, amigos, es encontrar el nombre justo
de la vida.
Es dar al fin con la palabra que para hacer frente a
la muerte se precisa.
Es recobrar la llave oculta que abre la cárcel en que
el alma está cautiva.
Es levantarse de la tierra con una fuerza que reclama
desde arriba.
Es respirar el ancho viento que por encima de la carne
se respira.
Es contemplar desde la cumbre de la persona la razón
de las heridas.
Es advertir en unos ojos una mirada verdadera que
nos mira.
Es escuchar en una boca la propia voz profundamente
repetida.
Es sorprender en unas manos ese calor de la perfecta
compañía.
Es sospechar que, para siempre, la soledad de nuestra
sombra está vencida.

Estar enamorado amigos, es descubrir dónde se juntan
cuerpo y alma.
Es percibir en el desierto la cristalina voz de un río
que nos llama.
Es ver el mar desde la torre donde ha quedado prisionera
nuestra infancia.
Es apoyar los ojos tristes en un paisaje de cigüeñas
y campanas.
Es ocupar un territorio donde conviven los perfumes
y las armas.
Es dar la ley a cada rosa y al mismo tiempo recibirla
de su espada.
Es confundir el sentimiento con una hoguera que del pecho
se levanta.
Es gobernar la luz del fuego y al mismo tiempo ser esclavo
de la llama.
Es entender la pensativa conversación del corazón
y la distancia.
Es encontrar el derrotero que lleva al reino de la música
sin tasa.

Estar enamorado, amigos, es adueñarse de las noches
y los días.
Es olvidar entre los dedos emocionados la cabeza
distraída.
Es recordar a Garcilaso cuando se siente la canción
de una herrería.
Es ir leyendo lo que escriben en el espacio las primeras
golondrinas.
Es ver la estrella de la tarde por la ventana de una
casa campesina.
Es contemplar un tren que pasa por la montaña con las
luces encendidas.
Es comprender perfectamente que no hay fronteras entre
el sueño y la vigilia.
Es ignorar en qué consiste la diferencia entre la pena
y la alegría.
Es escuchar a medianoche la vagabunda confesión
de la llovizna.
Es divisar en las tinieblas del corazón una pequeña
lucecita.

Estar enamorado, amigos, es padecer espacio y tiempo
con dulzura.
Es despertarse una mañana con el secreto de las flores
y las frutas.
Es libertarse de sí mismo y estar unido con las otras
criaturas.
Es no saber si son ajenas o son propias las lejanas
amarguras.
Es remontar hasta la fuente las aguas turbias del torrente
de la angustia.
Es compartir la luz del mundo y al mismo tiempo compartir
su noche oscura.
Es asombrarse y alegrarse de que la luna todavía
sea luna.
Es comprobar en cuerpo y alma que la tarea de ser hombre
es menos dura.
Es empezar a decir siempre, y en adelante no volver
a decir nunca.
Y es, además, amigos míos, estar seguro de tener las
manos puras.


Me gustas cuando callas…
Poema XV
Pablo Neruda

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía;

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.



Puedo escribir los versos más tristes esta noche
Poema XX
Pablo Neruda


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos”.
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.


Soneto de tus vísceras
Baldomero Fernández Moreno

Harto ya de alabar tu piel dorada,
tus externas y muchas perfecciones,
canto al jardín azul de tus pulmones
y a tu tráquea elegante y anillada.

Canto a tu masa intestinal rosada
al bazo, al páncreas, a los epiplones,
al doble filtro gris de tus riñones
y a tu matriz profunda y renovada.

Canto al tuétano dulce de tus huesos,
a la linfa que embebe tus tejidos,
al acre olor orgánico que exhalas.

Quiero gastar tus vísceras a besos,
vivir dentro de ti con mis sentidos...
Yo soy un sapo negro con dos alas.

Nota 1:
Ferozmente criticado como lamentable y desgraciada caída en el mal gusto, su “Soneto de tus vísceras” fue incluido con justicia en la Antología Poética Argentina elaborada en 1943 por Jorge Luis Borges, Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares.

Nota 2:
Baldomero Fernández Moreno (el mismo de “setenta balcones hay en esta casa, setenta balcones y ninguna flor…”) además de poeta era médico.


Hojas de hierba
("fragmentito")
Walt Whitman

(…) Ya he dicho que el alma no vale más que el cuerpo,
Y he dicho que el cuerpo no vale más que el alma,
Y que nada, ni Dios, es más grande para uno que uno mismo,
Que aquel que camina sin amor una legua siquiera, camina amortajado hacia su propio funeral.
Que tú o yo, sin tener un centavo, podemos adquirir lo mejor de este mundo,
Que el mirar de unos ojos o el guisante en su vaina confunden el saber que los tiempos alcanzan,
Que no hay oficio ni profesión tan bajos que el joven que los siga no pueda ser un héroe,
Que el objeto más frágil puede servir de eje a todo el universo,
Y digo al hombre o mujer que me escucha:
"Que se eleve tu alma tranquila y sosegada ante un millón de mundos."
Y digo a la humanidad: "No te inquietes por Dios,
Porque yo, que todo lo interrogo, no dirijo mis preguntas a Dios,
(No hay palabras capaces de expresar mi postura tranquila ante Dios y la muerte.)
Escucho y veo a Dios en cada cosa, pero no le comprendo,
Ni entiendo que haya nada en el mundo que supere a mi yo.
¿Por qué he de desear ver a Dios mejor de lo que ahora le veo?
Veo algo de Dios cada una de las horas del día, y cada minuto que contiene esas horas,
En el rostro de los hombres y mujeres, en mi rostro que refleja el espejo, veo a Dios,
Encuentro cartas de Dios por las calles, todas ellas firmadas con su nombre.
Y las dejo en su sitio, pues sé que donde vaya llegarán otras cartas con igual prontitud



Prosa automática
Por Juan Villoro
Para LA NACION
Viernes 13 de mayo de 2011

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