jueves, 22 de septiembre de 2011

Teórico Nº 18: Femenino, masculino... una cuestión de género (segunda parte)

23 de septiembre







TEÓRICO Nº 18
Femenino, masculino... una cuestión de género
(segunda parte)

Guía de lectura

“El vestido en el mundo de la comunicación masiva”
Capítulo 9 de Casos de comunicación y cosas de diseño

1. La noción de “mundo”. Relacionar con “mundo de la tintorería” en “El color y sus connotaciones” de DISEÑO.COM
2. Distinguir entre Medios de Comunicación Masiva y Medios Masivos de Difusión.
3. Cuatros medios (de la imagen): gráfica, cine, tele, internet.
4. Cuatros “momentos”: los ’20, los ’50, los ’70, los ‘2000.
5. Cruzando medios y épocas…
6. Los ’20.
7. Figura, figurín y estatua.
8. Hombres y mujeres “por separado”.
9. Subjetividad del cuerpo: “porcelana”.
10. Seda, lana, algodón. Raso y satén.
11. Los ’50.
12. Nota de color en el diario Clarín del 31-12-1950.
13. Silueta.
14. Movimiento.
15. La mujer "trabaja".
16. Subjetividad del cuerpo: “cutis”.
17. Acetato. Encaje.
18. Los ‘70
19. Maniquí.
20. Sketch.
21. Subjetividad del cuerpo: “piel”
22. Poliamida. Tafeta.
23. Los ‘2000
24. Virtualidad.
25. Animación.
26. Silicona.
27. Poliéster. Microfibra.
28. (lo anterior es un punteo, no son los únicos elementos)
29. Ver ítem por ítem, relacionándolos, en el CUADRO de la página 140.
30. “Exploración de superficie”.



TEXTOS COMPLEMENTARIOS OBLIGATORIOS

Desarrollo teórico – práctico
Extraído del “Proyecto para la enseñanza de la unidad didáctica”.
Por María Laura Del Franco y Marcela Edith Gatto

FREUD – CASTRACIÓN ORIGINAL IMAGINARIA – TEORÍA FALOCÉNTRICA: TENER / NO TENER

El cuerpo “no existe”. El cuerpo marcado. El cuerpo como repertorio de significantes cuyo significado es la sexualidad. Relación de los contenidos con ejemplos de la vida cotidiana (5 minutos)

SIGNIFICANTES (FUNCIÓN FÁLICA) / SIGNIFICADO (SEXUALIDAD)
DESEO – EROTISMO – LO COMPLETO Y LA FALTA

El cuerpo femenino como el más "apto" para la marcación. La segunda desnudez: desnudez diseñada. La utopía de la desnudez: el cuerpo “verdadero” no existe (aquí se retoma la idea del cuerpo como repertorio de significantes). Cuerpo e intercambio simbólico (5 minutos)

CUERPO “VERDADERO” – SEGUNDA DESNUDEZ: DESNUDEZ DISEÑADA

El strip tease como celebración autoerótica: la mujer que se basta a sí misma. El buen strip tease como juego de construcción de signos. Mal strip tease y obscenidad (aquí se retoma la idea de “obscenidad” de la clase teórica del 12/09). La fascinación autoerótica: volverse falo para ser deseable. El lugar del “otro” en el strip tease. El strip tease como espectáculo de la castración: buscar “algo” y no descubrir que no hay “nada” (aquí se retoma la idea de que no existe un cuerpo “verdadero” al quedar desnudo).

STRIP TEASE: AUTOEROTISMO. BUEN Y MAL STRIP TEASE: DISCURSO / OBSENIDAD – VOLVERSE FALO: DESEO Y DESEO DEL OTRO (MIRADA)

Narcisismo dirigido. Moda y autoescritura del cuerpo. Reemplazo de la carencia básica con el propio cuerpo. El cuerpo como objeto de autoconsumo. Gestión del cuerpo en el mercado de los signos .

NARCISISMO DIRIGIDO – AUTOCONSUMO – MERCADO DE LOS SIGNOS

Se retoma aquí el concepto de castración. Salida del complejo de Edipo: Ley del padre y represión; Ley de la madre y regresión. Respuestas del sujeto: Subversión y autonomía. Manipulación incestuosa: endogamia y exogamia. El sujeto cerrado sobre sí mismo: sujeto de intercambio simbólico actual .

SUBVERSIÓN – AUTONOMÍA - EXOGAMIA – ENDOGAMIA – SUJETO CERRADO SOBRE SÍ MISMO




Página/12, 10 de septiembre de 2010.
Erotismo del velo
Por Eduardo Foulkes*

En el velo de la mujer musulmana, como en el hábito de la monja cristiana, el autor encuentra determinaciones que no corresponderían a una “sumisión religiosa”, sino a “un goce que la invocación religiosa encubre”.
De las monjas y el erotismo de su hábito, el Decamerón conserva páginas memorables. De lo que experimentan las mujeres musulmanas con su velo, sabemos menos. También ellas lo presentan como una manifestación pública de su religiosidad, pero no faltan testimonios de un goce del velo, que la invocación religiosa encubre.

La exposición del rostro sólo facilita un acceso a una identidad fisonómica, sin permitir por ello atravesar ese velamiento del sí mismo que es el rostro como máscara, cuya máxima expresión se alcanza en la sociedad victoriana, una cultura de la disimulación, la contención y la compostura de emociones y sentimientos. Este dominio, como se sabe, sólo se alcanza relativamente, pero sirve, como decía Aristóteles, para dominar a los demás. El anhelo musulmán de ocultar el rostro responde a otras premisas y tal vez no se trate tanto de esconder la identidad como de restringir al máximo la expresión pulsional.


Por eso tenemos derecho a suponer que la restricción religiosa deviene un síntoma, una formación de compromiso que incluye, en la misma prohibición, el goce de la pulsión escópica, de mirar. Es conocido el ejemplo del obsesivo que, al lavarse las manos, intenta lavar sus malos pensamientos pero, al hacerlo no deja de gozar, embadurnándose las manos con “... la caca”. Entonces, no sólo del integrismo religioso se nutren el velo o el hábito, y hay que pensar en el goce que el velo vela, pero que no logra hacer desaparecer. Ello remite al integrismo del goce y al goce del integrismo, aquí recluido en los pliegues del hábito y del velo.
¿Qué conduce a la mujer musulmana al uso del velo y a la monja al de su hábito? Para la opinión corriente, el hábito de las monjas o las prendas tradicionales de las mujeres musulmanas representan una demostración de sumisión religiosa que las obliga a ocultar su cuerpo y a veces su rostro. Pensar allí en un goce diferente que el del superyó, con su imperativo moral, se nos vuelve desatinado.


Si la pulsión y la mirada se despliegan en ese espacio del “verser vistoviendo”, en un circuito pulsional, la restricción pulsional del velamiento se nos hace evidente. El cine ha provisto de innumerables escenas eróticas de Santa Teresa gozando de su hábito. Con el velo musulmán tenemos menos imágenes eróticas y nuestra digresión, sin ser infundada, será menos generosa sobre esa relación larvada del velo con una identidad de goce. Hay un goce en la identidad que se refleja en la caracteropatía, donde se goza de la “forma de ser”, pero hay también identidades de goce, localizaciones o estaciones del goce que tienen inscripciones deletreables, y el velo es una de ellas. Gozar del roce de la tela, de sus pliegues y sinuosidades, de sus bordes y sus texturas, de su poder de evocar un paraíso capaz de conmover la fantasía del espectador.

Es lo que hace Gatian de Clérambault –único maestro en psiquiatría reconocido por J. Lacan– quien en su trabajo “La pasión erótica de las mujeres por las telas” descubre lo que es también su pasión, ciertamente, como ha sido señalado, más fetichista que la que él observa en las mujeres marroquíes que persigue estudiar: su trabajo fotográfico del velo de las mujeres musulmanas es bello y prolífico (ver ilustración).


El velo, supuesto velador del goce, se revela su objeto y se vuelve emisario de una latencia pulsional que irrumpe intempestivamente en un giro o una pose de ese cuerpo cubierto, como algo desconocido que, acechando desde una interioridad velada, reclama su goce. Interioridad extranjera, el velo, más que reprimir realiza; más que disuadir, estimula; más que unificar el cuerpo, lo fragmenta en una imagen.

La diferencia cultural, antes que diferencia religiosa, deviene diferencia del goce. Se impone entonces preguntarse por el lugar que ocupa el goce en la defensa a ultranza de la identidad cultural.

Decimos que el velo, el hábito o cualquier vestido religioso o ritual se hacen frontera de una identidad de goce. El que se excita eróticamente con fantasías sexuales con monjas interpreta un libreto erótico que le dicta su inconsciente. El arte de la sensualidad se desprenderá en innumerables variaciones posibles, que irán desde cambiar el color al hábito, despojarlo brutalmente o bien, en un lento trámite de detenerse en la cofia, el ruedo.


En cada elección dictada por el inconsciente hay una identidad de goce jugada, que será además foco inevitable de envidia para cualquier semejante, ya que, si tratara de imitarla se encontraría decepcionado al ver que sólo coincide en parte con su fantasía. El goce del semejante se le escapa y siempre será el que a él le falta. Hay allí una razón para la defensa de la propia identidad de goce y su prevalencia ante el goce del Otro.

Manifestación religiosa o étnica, el velo de la monja que enseña en el colegio geografía, o de la joven musulmana que va a la universidad a estudiar filología inglesa, se burlan de la polémica europea, de plena actualidad, que pretende desentrañar su significado en normativas culturales que buscan facilitar la integración. Sin desmerecer el costado multiculturalista del colectivo de las religiosas o de las musulmanas con sus prendas tradicionales, sentimos erigirse la dimensión del goce como aquello que no hay que dejar fuera de consideración cuando se discute el choque intercultural. La cultura es también, y sobre todo, una afirmación de las raíces de un goce que el otro diferente me propone cuestionar, devaluar o abandonar.


Aplicación Conceptual
Relacione, vincule, compare, discuta, los conceptos de sexo, sexualidad y género sexual en los siguientes textos:


La Nación, 18 de septiembre de 2011
Identidad de género / Tras la sanción del matrimonio igualitario
Impulsa el Gobierno una ley que permite el cambio de sexo
Contempla tanto la operación como la adecuación del DNI sin necesidad de autorización judicial

La nota completa en:
http://www.lanacion.com.ar/1407173-impulsan-una-ley-de-cambio-de-sexo

Lo propio y lo ajeno
Por Santiago Kovadloff
Filósofo y ensayista.

Cuando Freud recordó que la anatomía es el destino, quiso significar que el cuerpo era el límite de todo anhelo de trasformación subjetiva. La medicina de nuestro tiempo ha demostrado que el cuerpo propio bien puede ser un cuerpo ajeno, con corazón ajeno, pulmón ajeno, o prótesis de toda índole, que vienen a evidenciar que cada uno de nosotros puede estar constituido por lo impropio antes que por lo propio.


A todo esto se ha ido sumando el auge de la metamorfosis genital y ella se ha consumado con el pasaje a lo que podríamos considerar, objetivamente al menos, como el logro del tránsito a la alteridad absoluta. Digo "objetivamente al menos" porque ese pasaje, subjetivamente suele llegar a ser mucho más incierto.

La identidad es una cuestión que la ciencia no terminará nunca de resolver. Estas reflexiones apuntan a situar el proyecto de ley de cambio de sexo dentro de un marco psicológico y ético que no puede ser disociado del derecho. Es imprescindible evaluar esa viabilidad como posibilidad y como derecho caso por caso, sin incurrir en el riesgo de generalizaciones que pueden desconocer las circunstancias personales que impulsan a alguien a tomar la decisión de pasar a ser otro u otra. En suma, es imprescindible prestar minuciosa atención a las motivaciones y al equilibrio o desequilibrio subjetivos que en este tipo de cuestiones siempre están en juego.



Pocos temas de salud provocan tanta confusión
Por Adrián Helien
Médico psiquiatra y sexólogo, coordinador del grupo de atención a personas transexuales del Hospital Durand.

La transexualidad es un tema complejo que abarca aspectos médicos psicológicos, jurídicos y de derechos humanos. Pocos temas relacionados con la salud provocan tanta confusión y controversias.
Hay transexuales en todas las clases sociales, distintos niveles culturales y económicos. En todos los países y de todas las religiones. No son casos aislados y la demanda de atención sanitaria se ha incrementado enormemente en los países occidentales.


Para comprender un poco más, tendríamos que comenzar por el principio. Existe una división de los géneros en varones y mujeres. Los mundos del rosa y el celeste, construidos arbitrariamente, dejan afuera a algunas personas. Los que no entran en estas categorías pagan un precio demasiado alto: la discriminación, la exclusión y vivir su identidad como un problema a lo largo de toda la vida. No se puede huir de uno mismo.


Habría que preguntarse quién define la identidad. ¿Quién es el dueño de este sentimiento que sólo percibe en lo profundo de su ser, cada uno de nosotros? ¿La ley, la medicina o las personas?


Hasta hoy no sabemos cómo se conforma ninguna identidad (varones, mujeres, travestis, transexuales transgéneros). Sólo hay hipótesis sin evidencia aceptada universalmente por la ciencia actual, que nos hablan de la interacción de una matriz biológica y el medio en el que se desarrolla.


Sabemos que la identidad de género no es una elección, ni un capricho. Es un descubrimiento.
Los transexuales sin tener afectado su juicio de realidad perciben en su mente/cerebro que nacieron en un cuerpo equivocado. A este sentimiento lo llamamos disforia de género. Vivir esta situación afecta su calidad de vida, en la mayoría de los casos, desde su infancia o pubertad. La sociedad muchas veces no ve el sufrimiento que implica estar fuera de la normatividad. Las personas afectadas, lo sienten todo el tiempo.


¿Qué hacer desde el sistema de salud? Corresponde que una vez confirmada la situación, un equipo interdisciplinario especializado acompañe el proceso de reasignación genérica. Cambiamos el cuerpo a lo que la persona siente, y considera su sexo verdadero. No se puede hablar entonces de cambio de sexo. Hay que aclarar que, según las concepciones más actuales, la persona transexual lo es antes y aun sin operarse los genitales, ya que no todos llegan a hacerlo. Existen diversos motivos para ello, como por ejemplo el resultado esperado de la intervención, respecto a la funcionalidad de sus nuevos genitales en los transexuales varones (de mujer a varón.)


Hasta hoy en medicina utilizamos criterios biológicos: el sexo genético y los genitales para definir a las personas. Quizás haya llegado el momento de incluir la identidad y el rol genéricos, que son tan sólidos y dominantes (o más) que los anteriores. Nos equivocaríamos menos y ayudaríamos a muchas personas que no se identifican con las categorías clásicas normativas de varón/mujer.

Hoy en la Argentina existe una prohibición para hacer las cirugías de reasignación de género. Hay que recurrir a la Justicia para que las autorice y, a la vez, solicitar cambio de género en el documento.
Una nueva ley de identidad de género es necesaria para que las personas recuperen el derecho inalienable a decidir sobre sus vidas, su género y su cuerpo de manera responsable. Estaríamos contribuyendo a la integración de todos los ciudadanos sin distinción de identidad y mejorando su salud y calidad de vida.



El dilema de lo ambiguo
Por Florencia Luna
Directora del Programa de Bioética de Flacso e investigadora del Conicet

A nuestra sociedad le cuesta aceptar lo diferente, muchas veces a causa de la desinformación y a la falta de un debate serio sobre una problemática tan compleja como el cambio de sexo. Operamos clasificando a las personas; manejamos una lógica binaria de blanco o negro. Por ejemplo, casi no se conocen los casos de ambigüedad sexual (bebes que no se sabe si son varones o mujeres) que plantean serios dilemas tanto a los equipos de salud como a sus familias.


En ocasiones, algunas personas sienten que sus cuerpos no reflejan sus sentimientos ni su sexualidad. Todas estas situaciones generan terribles sufrimientos. Una ley como la propuesta les permitiría superar algunos de ellos. La intervención quirúrgica les posibilita cumplir el deseo de conciliar el cuerpo con su sexualidad. El cambio de género en el documento les evita la denigración de "lucir" de cierta forma, pero tener una identificación con un sexo discordante. Se debe señalar que la bioética defiende el respeto por las personas, por sus valores y creencias (aun cuando estos no sean los tradicionales), siempre que no dañen a terceros. La bioética también aboga por una sociedad tolerante e imbuida por principios de justicia. Así, desde la perspectiva de la ética secular, se trata de una ley que debe ser bienvenida, ya que es tolerante y respetuosa de estas minorías.



Para la clase de Trabajos Prácticos del viernes 30 de septiembre:


Repasar:
“Femenino, masculino... una cuestión de género”
Capítulo 13 de DISEÑO.COM

"El cuerpo o el osario de signos”
en El intercambio simbólico y la muerte, Jean Baudrillard.

“Las minas de todos”
Capítulo 8 de Casos de comunicación y cosas de diseño



Estudiar:

“El vestido en el mundo de la comunicación masiva”
Capítulo 9 de Casos de comunicación y cosas de diseño

TEXTOS COMPLEMENTARIOS OBLIGATORIOSDesarrollo teórico – práctico


"Erotismo del velo"

Aplicación conceptual:
"Lò propìo y lo ajeno"

"Pocos temas de salud provocan tanta confusión"

"El dilema de lo ambiguo"















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