miércoles, 19 de octubre de 2011

Teórico Nº 21: Diseños de la violencia

21 de octubre


TEÓRICO Nº 21
DISEÑOS DE LA VIOLENCIA


Guías de lectura
“Diseños de la violencia”
Capítulo 16 de DISEÑO.COM

1. La violencia a partir de cuatro “supuestos” cotidianos
2. Subjetividades históricas de la violencia. Historicidad de la violencia en nuestro país.
3. (sigue, sigue, sigue...)
4. La violencia es “natural” en el hombre (en los seres humanos).
5. La violencia es “cultural”.
6. Parafraseo sobre la definición de Lengua en Saussure.
7. Política y violencia. Antes y ahora.
8. La inseguridad y el miedo como subjetividades.
9. La difusión como estrategia de disciplinamiento social. La enunciación de la violencia.
10. Diferencia entre Discurso de la Violencia y Discurso Violento.
11. Diferencia entre Diseño de la Violencia y Diseño Violento.
12. Las metáforas del “jueguito”.
13. Las distintas interpretaciones de las distintas disciplinas.
14. El no reconocimiento del Otro.
15. Transgresión y violación. Diferencia.
16. El tercero ausente.
17. La “encerrona trágica”.
18. Definición de violencia según Feinmann.
19. La devaluación de la metáfora.
20. Código y discurso.

T.C.O
Fernando Ulloa
DISEÑO.COM
Capítulo 16 Pág. 257


1. Ternura y tierno.
2. Los despojados.
3. Los sobrevivientes.
4. Ternura: la ética del sujeto.

T.C.O.
Gregorio Klimovsky
DISEÑO.COM
Capítulo 16 Pág. 258

1. Distintos factores de la violencia:
2. Lo económico social.
3. La corrupción.
4. La frivolidad.
5. La intolerancia.
6. La cultura de la droga.

“Democracia y violencia”
en La sangre derramada
José P. Feinmann
Módulo 2

1. La sangre derramada... “no será negociada”.
2. Los “pactos de sangre”.
3. El juramento de fidelidad y la traición.
4. La no negociación.
5. La lógica de la guerra.
6. Una definición más de política.
7. Las consignas de “muerte”. Pensar como discursos.
8. Las teorías de la violencia: dos facetas.
9. La violencia como “partera de la historia”.
10. La historia tramada por el crimen. (metáfora “textilera”)
11. “En el comienzo fue el crimen...”
12. El tema de la igualdad.
13. Todos somos desiguales. ¿En qué?
14. Democracia y violencia.
15. Democracia y desesperación.
16. Democracia y desesperanza.
17. El desamparo de los desamparados. Juntar con texto de Ulloa.
18. El “Fin de la Historia”.
19. La ratio económica. La racionalidad económica. La racionalidad del “Mercado”.
20. El hombre como medio y como fin. Ética de fines y ética de medios.
21. La “tasa de sufrimiento”.
22. Un hombre es un hombre.
23. El Che Guevara: “Ellos volverán a matar”.
24. La insurgencia armada como camino. Violencia y contraviolencia.
25. La desaparición: La “muerte argentina”.
26. La democracia como construcción del sujeto crítico.
27. ¿Hay violencia legítima?
28. La democracia como resolución de la violencia.
29. Nada justifica a la violencia dentro de la democracia, nada justifica que la democracia conduzca a la desesperación. (la “encerrona trágica” del desamparado).



TEXTO COMPLEMENTARIO OBLIGATORIO

"Las violencias de la lengua"
por Maite Alvarado

Según la forma en que se las utilice, las palabras pueden traicionar a su pronunciador. A veces la metáfora tiene sus riesgos, el cansancio pasa a ser fusilamiento y el hastío se transforma en pudrición.

Juan Carlos Mareco, contraído, miraba hacia la platea en busca de algún rostro amigo, un poco de luz, una idea, cualquier frase que lo rescatara del mal rato. Ansiaba, entre los silbidos, olvidarse para siempre de esa jornada inaugural del Festival de Cine Español, dejar atrás la gente que desde la platea le decía, el último 18 de junio, de todo menos simpático. Refiriéndose a los gestores del cine español, Mareco –casi espontáneo- armó la frase allí mismo, con palabras en danza en esos días. “Debemos rendirle –dijo- la obediencia debida al talento de los artistas de ese país.” El eco de la frase fue un silbido. El hombre supo entonces, esa noche, que el inconsciente puede jugar una mala pasada, eligiendo –sin que uno quiera- una metáfora de dudoso gusto.


En otros tiempos, la metáfora era considerada como una figura ornamental, un capricho de estilo que permitía a los poetas disfrazar el lenguaje para “hacer el verso”.


De unos años a esta parte, la lingüística y el psicoanálisis han llamado la atención sobre la cotidianidad de la metáfora. El pensamiento analógico que la funda aparece muy temprano en el ser humano: el chico que llama “tren” a una antigua cámara fotográfica que exhibe su fuelle desplegado, está haciendo una metáfora. Claro, también la hace el adulto que trata al niño de “burro” o “marmota”, que además le enseña el valor de la sustitución analógica y su poder de persuasión. El niño experimenta así, en carne propia, la humillación de la condición animal.


La equivalencia entre el intercambio verbal y la guerra, sin ir más lejos, ha quedado registrado en un repertorio de metáforas de uso generalizado: ¿quién, alguna vez, no contraatacó con otro argumento, o defendió su posición a muerte, o dio en el blanco, o bombardeó a su interlocutor con preguntas, o acosó al adversario hasta derrotarlo, o se dio por vencido, o desplegó nuevas estrategias, arremetió, descargó su artillería y venció?


“Argentina, a matar o morir” tituló, a seis columnas, ocupando toda la página, una edición vespertina del diario La Razón. La nota no se refería a ningún conflicto bélico sino a un partido que la selección de fútbol protagonizaba, por la Copa América, frente a Ecuador.


A veces la metáfora esconde, sugiere, metaboliza. “Hoy, en el Día del Periodista –graficaba un chiste de Limura-, quiero hacer un agradecimiento a la elipsis, a la metáfora y al eufemismo, gracias a los cuales los riesgos más graves de esta profesión, una de las más peligrosas del mundo, han quedado, en mi caso específico, confinados a los rincones más oscuros de mi estilo.”


Otras, en cambio, despliegan abiertamente situaciones, hechos, historia. “Cuando llegué a Europa, después de muchos años, en mi primer café con una amiga, me sorprendió sobre todo una frase. ‘Ahora me persigo con que no voy a poder pagar el alquiler’, me dijo. Me quedé pensando. No dijo ‘estoy angustiada’, ‘me preocupa’, ‘me obsesiono’, incluso. Dijo ‘me persigo’. Fue clarísimo: allí me estaba mostrando muchas de las cosas que habían pasado acá”, explicaba una actriz exiliada durante años en España.


Las distintas disciplinas científicas, se sabe, han aportado a lo largo de la historia vocablos propios a otros campos, permitiendo así la acuñación de sistemas de metáforas: la mecánica plagó el discurso de las ciencias sociales y políticas de palancas, resortes, engranajes; la biología aportó, en su momento, organismos, anticuerpos, antídotos y virulencia; la química también dejó su huella, precipitando, neutralizando, cristalizando y corroyendo; más recientemente, la electrónica hizo posible emitir, detectar, amplificar, codificar, modular, tener buenas y mala ondas; la informática, por su parte permitió que cualquier hijo de vecino optimice y minimice como si fuera moco de pavo.


Ahora bien, si la efectividad de la metáfora literaria reside en su originalidad, en el hallazgo de una semejanza inusitada entre realidades distintas, las metáforas cotidianas deben su éxito, en cambio, a lo evidente de su analogía, que garantiza un reconocimiento cierto. Por eso suelen recurrir a menudo al acervo popular (que dice que los zorros son astutos y las brujas maliciosas, entre otras cosas) o a la experiencia compartida. Ése es el caso de la multitud de metáforas de la lengua coloquial que los argentinos hemos ido acuñando en los últimos tiempos y a través de las cuales se habla, sin darse cuenta, del terror, de la represión y la violencia.


Una joven que ha decidido no volver más a su novio, quizá le cuente esa noche a una amiga, con cierta angustia: a Pablo le corté el rostro; Mató mil, se dice para agasajar a alguien después de una buena performance; lo mandé en cana, lo mandó a guardar, lo botoneó, para ejemplificar la labor de algún obsecuente en el trabajo; entre los amigos, un adolescente, después de su primera cita amorosa, dirá, con evidente orgullo, la dejé muerta; achicá el pánico se le puede sugerir a un compañero que se queja por la demora del colectivo; dejar en descubierto a alguien, frente a terceros, es incinerarlo; después de una negociación muy costosa, con dificultades, se resuelve apretando al otro para que firme de una vez el documento. Ya nadie, después de 12 horas de trabajo sin parar, habla del cansancio, estoy fusilado ejemplifica mejor. Le di con un hacha era, antes, le batí la justa o le chanté las cuarenta.


Acaso como corolario de una metodología represiva que no se ha podido olvidar, si se quiere definir al nuevo marcador de punta de Boca Juniors o criticar a un joven novelista sólo voluntarioso se dice, sencillamente, que no existe, lo hacemos desaparecer.



Para la clase de trabajos prácticos del viernes 28 de octubre:

Estudiar:

“Diseños de la violencia”
Capítulo 16
DISEÑO.COM

“Democracia y violencia”
en La sangre derramada
José P. Feinmann
Módulo 2

TEXTO COMPLEMENTARIO OBLIGATORIO
“Las violencias de la lengua”
Por Maite Alvarado
Apunte



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