jueves, 4 de octubre de 2012

Teórico Nº 19: Los diseños del amor

5 de octubre


Guías de lectura
“Los diseños del amor”
capítulo 14 de DISEÑO.COM
1. El amor como subjetividad.
2. Subjetividades de amor.
3. Amor y comunicación.
4. Baudrillard y Barthes para ingresar al tema del amor.
5. Del amor se puede decir “todo”.
6. Un pequeño punto de la nariz.
7. Modos Comunicacionales.
8. La relaciones de comunicación.
9. El amor: lo poético.
10. El amor: homólogo, interpares, etc.
11. El amor: invención incesante en el tiempo.
12. Mal-entendido.
13. Bien-entendido.
14. Construcción cultural
15. Discurso Amoroso: las Funciones del Lenguaje.
16. Discurso Amoroso: las Figuras del Mito.
17. La pareja: vínculo oxímoron.
18. Amor y Epistemología. Amor y Poder.
19. “Brevísima epistemología”
20. El amor funcionalista: las cuantificaciones del amor. El debe y el haber amoroso.
21. El amor estructuralista: lo vincular, el nosotros inclusivo. Estructural y Estructurado.
22. El amor como devenir: el concepto de “devenir”. El amor como constructo.
23. El Discurso Amoroso y “su” Diseño: El diseño amoroso.
24. Historia del Amor. Amor y matrimonio. Amor y pareja. Circunstancias históricas.
25. Perspectiva histórica y cultural del Romanticismo.
26. Religiosidad y Deseo.
27. El cruce en el Cuadrado Semiótico: “otros” cuatro modelos.


Fragmentos de un discurso amoroso, Roland Barthes
Módulo 2

EN LA CALMA TIERNA DE TUS BRAZOS
1. El abrazo (definición)
2. “estamos en el sueño, sin dormir”
3. “incesto prorrogado”
4. surge lo genital: la lógica del deseo
5. dos sujetos a la vez: maternidad y genitalidad.
6. La saciedad: la contracción y contradicción de los dos abrazos.

UN PEQUEÑO PUNTO DE LA NARIZ
1. Alteración (definición)
2. Una marca ligera, mas una clara marca de corrupción
3. Un punto que vincula a l otro con un mundo “simple”.
4. alteración de la imagen: vergüenza por el otro
5. la imagen mezquina
6. “una relación de calidad”
7. el lenguaje, sobre todo, por el lenguaje
8. los lenguajes que “otros” le prestan
9. deseo, respecto de un tercero (no celoso)
10. La imagen de otro es, entonces, otro, un extraño
11. El deseo “loco”
12. El reflujo de la imagen.

LOS CELOS
1. Celos (definición)
2. Los celos: discurso del Otro.
3. “no soy el único”.
4. “sufro dos veces”
5. Ser celosos es algo propio.
6. Celos: burgueses, feos, etc.
7. “sufro cuatro veces...”

“QUIERO COMPRENDER”
1. Comprender (definición).
2. ¿Qué se piensa del amor?
3. Reparar en el proverbio chino que se cita.
4. Querer comprender.
5. El grito del amor.
6. No interpretar más...
7. ¿La “ciencia de los lapsus” puede descubrirlo?

EL CUERPO DEL OTRO
1. Cuerpo (definición).
2. El cuerpo propio y el “otro cuerpo”
3. Escrutar: desarmar, investigar, etc.
4. Fetichizar
5. La fascinación: el extremo del desapego.
6. “Leer sin comprender” , la causa de mi deseo.

“ESTOY LOCO”
1. Loco (definición)
2. La “locura” de amor.
3. El amor vuelve como loco.
4. La locura, despersonalización.
5. La locura de amor: consistir.
6. Enamorado: ser asocial.

AMAR EL AMOR
1. Anulación (definición).
2. “para que traslade mi deseo”
3. “es mi deseo lo que deseo2
4. “sufro al ver al otro (que amo) así disminuido...

LA CONVERSACIÓN
1. Declaración (definición).
2. El lenguaje es una piel...
3. Doble contacto: “yo te deseo” y “acaricio”.
4. Hablar morosamente es...
5. No es posible hablar de amor, salvo...
6. Nadie tiene deseos de hablar de amor si no es por alguien.

EL MUNDO ATONITO
1. Desrealidad (definición).
2. “El mundo está lleno sin mí” (“en un acuario”)
3. “Vivo el mundo (el otro mundo) como una histeria generalizada”
4. “Sufro la realidad como un sistema de poder”.
5. El mundo ya no resulta irreal sino disreal.

TRAJE AZUL Y CHALECO AMARILLO
1. Indumentaria (definición)
2. “Trajeándome, adorno lo que fracasará del deseo (vincular a moda).
3. Parecerse a quien ama.
4. “Quiero ser el otro, quiero que él sea yo...”
5. “La indumentaria que lo “disfraza” de enamorado lo encierra tan fuerte que...”


TEXTO COMPLEMENTARIO OBLIGATORIO

Homosociales

Por Louis-Georges Tin *
Fragmentos del artículo publicado en el diario Página/12 el 4 de octubre de 2012.

(…) Si bien la reproducción heterosexual es la base biológica de las sociedades humanas, la cultura heterosexual no es más que una construcción entre otras, y en ese sentido no puede presentarse como modelo único y universal. Por eso conviene preguntarse a partir de qué momento, cómo y por qué nuestra sociedad comenzó a encumbrar a la pareja heterosexual; preguntarse sobre los orígenes del dispositivo sociosexual en el que vivimos.(..)

Heterosociales
(…) El surgimiento de una ética cortés en Occidente favoreció el auge de una cultura de la pareja hombre-mujer, en tanto las amistades masculinas que habían tenido su momento de gloria en las leyendas heroicas empezaron a considerarse progresivamente como sospechosas, cuestionadas, rechazadas. Es ese pasaje de la antigua cultura –que llamo homosocial– a la cultura heterosexual moderna lo que debe examinarse. Esta sustitución fue larga, compleja y difícil; el auge de la cultura heterosexual se ve con mayor nitidez en las resistencias que suscita, que se cristalizan en los discursos caballerescos.

La resistencia más notoria quizá haya sido la de los hombres de guerra y de la nobleza en general, es decir del segundo estamento de la sociedad del Antiguo Régimen. Hasta entonces la cultura feudal se había basado en un universo exclusivamente masculino. Los hombres, y especialmente los hombres de guerra, vivían a menudo en un mundo ajeno al de las mujeres. Esos caballeros estaban destinados a cultivar una ética del coraje individual y de sumisión leal al orden feudal, la ética del vasallo. La exaltación de la vida grupal, las campañas militares y la experiencia del peligro compartido creaban lazos muy estrechos. Esas amistades viriles solían convertirse en relaciones apasionadas, que comprometían a los dos caballeros hasta la muerte. Estas se expresaban en términos muy fuertes que implicaban una ternura entremezclada con el vigor militar, inconcebible para los actuales dispositivos sociosexuales.

Georges Duby (Dames du XIIe siècle, París, Gallimard, 1995) escribió: “En la caballería del siglo XII –como en el seno de la Iglesia–, el amor normal, el amor que lleva a olvidarse de uno mismo, a extralimitarse en la hazaña por la gloria de un amigo, es homosexual. No quiero decir que deba forzosamente terminar en connivencia carnal. Pero es principalmente sobre el amor entre hombres, fortalecido por los valores de fidelidad y servicio adquiridos de la moral del vasallo, en los que se supone reposan el orden y la paz, y de él los moralistas obtuvieron el nuevo fervor que los teólogos han inyectado a la palabra “amor”. En cambio, cuando los hombres de la Iglesia se interesaban por las relaciones entre el hombre y la mujer –y era una de sus principales preocupaciones, ya que en esa época se esmeraban por edificar una ética del matrimonio–, mostraban una extrema prudencia. Ya que en ese caso el sexo interviene forzosamente, y el sexo es pecado.

(…) Cuatro características sociales permiten describir o explicar esta cultura de la amistad entre los hombres.

En primer lugar, se trata de una sociedad homosocial, donde las mujeres se mantienen al margen y cuentan muy poco: de allí que casi no puedan a priori despertar ningún tipo de pasión; lo contrario resultaría extraño. En esas condiciones, antes del surgimiento de la literatura cortés, los afectos y amores sólo podían desarrollarse dentro de un encuadre masculino. La sociedad feudal exalta la virtus, es decir los valores masculinos y, fundamentalmente, la proece, que más que la simple “proeza” designa las cualidades morales y físicas que permiten acceder a ella. Incita a la permanente emulación que, en su punto culminante, exacerba las rivalidades como las afinidades. Los caballeros están llamados a despertar la admiración de sus pares; tanto en los combates como en el castillo viven juntos, comen juntos, duermen juntos, a veces hasta en la misma cama, y esta promiscuidad favorece las pasiones más impetuosas.

En segundo lugar, esos amores masculinos están asociados al carácter propiamente global u orgánico de la sociedad medieval. Las amistades de hoy en día, en una sociedad individualista, se viven como relaciones eminentemente privadas; en la sociedad medieval, que es global, orgánica u holística, a menudo la amistad es una relación privada y pública a la vez, y goza de un reconocimiento social, cultural e incluso oficial. En otras palabras, si bien las amistades medievales son una expresión del corazón, son también la formulación no escrita de un contrato. Dicho dispositivo explica la fe jurada, las mujeres prometidas o intercambiadas, los juramentos pronunciados a menudo ante testigos y otros tantos elementos que articulan la relación entre hombres dentro del vínculo social en general. Es también lo que explica que la amistad pueda ser impuesta como mandato.

En tercer lugar, los amores masculinos, bajo el orden feudal, están a menudo asociados con el poder y los lazos de vasallaje. La presencia permanente de esos caballeros en la corte, esos jóvenes solteros, es necesaria para defender las tierras del soberano, su ducado o su reino, pero puede convertirse también en una fuente de conflictos, desórdenes y turbulencias. En tales condiciones, el culto a la amistad constituye un medio de regulación social que permite reforzar los vínculos entre los soldados, hacer surgir el espíritu de cuerpo y crear una suerte de cimiento social similar a la del célebre batallón de los amantes, el batallón de Tebas.

El hecho de que esas amistades masculinas respondan a las características de una sociedad feudal, global y homosocial no deben menoscabar la intensidad de los afectos descriptos. Incluso impuesta por el monarca, no por ello la amistad es menos auténtica; constituye uno de esos raros momentos de ternura en un mundo donde la brutalidad es con frecuencia la norma. El héroe no puede contener las lágrimas cuando teme por su camarada; ese joven gallardo se desploma cuando su amigo muere; nuestros caballeros se abrazan y se besan, a menudo en la boca, y muchas veces pasan juntos la noche. No cabe preguntarse respecto de su sexualidad: todo era perfectamente natural a los ojos de sus contemporáneos. Esas amistades son –y ésa es la cuarta propiedad notable en este caso– profundamente sentimentales.

Fin’amor
A partir del siglo XII, gracias a los trovadores y juglares, el amor cortés se vuelve un tema recurrente en la sociedad medieval. Instaura una relación asimétrica en la que la mujer se vuelve, por así decirlo, amo y señor de su amante. Pero, en general, las coacciones sociales, el marido o el malvado, prohíben cualquier relación verdadera, y la frustración amorosa se sublima a través de fantasías exquisitas, conscientes y refinadas. En su forma absoluta, el amor cortés desemboca en el fin’amor, el perfecto amor, regulado por códigos precisos y rigurosos. Es una relación libre y forzosamente adúltera: amar al esposo es amar por deber, pero amar a un amante es amar por amor. Por eso el amante está sometido a pruebas iniciáticas, las assaig, que finalizarán en el orgasmo que la dama dará o quizá no, ya que algunos consideran que el fin’amor debe permanecer casto y puro.

El amor cortés da lugar a una eflorescencia lírica en la que el poeta canta sus versos al son de los instrumentos. Y, mientras hilaban, las mujeres cantaban y contaban sus amores de manera galante; la lírica occitana invade las regiones del norte. Leonor de Aquitania y su hija Marie aclimatan las nuevas costumbres en las cortes de Inglaterra y Champagne. A partir del siglo XII, la cultura del amor invade Francia y se expandirá por toda Europa.

Habituados a la lógica de la cultura heterosexual, que perciben como natural, los comentaristas encuentran dificultades a la hora de evaluar la revolución que el amor cortés introdujo en la sociedad medieval: suplantar las amistades masculinas por los amores heterosexuales.

La emergencia y el auge de la cultura heterosexual en Occidente colocan a los hombres de guerra en una posición difícil. Atrapados entre la ética caballeresca que incita a la guerra –universo masculino– y la ética cortés que incita al amor –universo femenino– se ven obligados a responder simultáneamente a dos órdenes conminatorias y contradictorias; su universo homosocial debe de ahora en más contemporizar con la cultura heterosexual. Así, los relatos de Chrétien de Troyes (hacia 1135-1183) intentan responder de manera dialéctica. Erec y Enide, el primero de esos relatos, tuvo un gran éxito: Erec, hijo del rey Lac, se casa con Enide. La quiere mucho, quizá demasiado. Deja de lado los torneos y se complace en las delicias conyugales. Se le critica entonces su récréantise, es decir esa indolencia, ese amor, esa deferencia permanente por su esposa: en otras palabras, se cuestiona su virilidad. La propia Enide llega a lamentar que Erec haya abandonado por ella la gloria caballeresca, causando gran deshonor para ambos. Se lamenta en el silencio de la noche, habla en voz alta y Erec la oye. Herido en su orgullo, decide partir en pos de grandes hazañas, para reconquistar la estima de su esposa y demostrar a todos que su eminente valía caballeresca no va a la zaga de su dignidad cortés. Este relato demuestra la recuperación analógica por parte de la cultura heterosexual de los procedimientos literarios o culturales propios de la tradición homosocial. Otro hecho destacable es que al tomar la decisión de partir, Erec cambia por completo de actitud ante su esposa: él, que hasta ese momento había sido su humilde servidor, la trata de allí en más como a un paje; él, que adoraba hablar de amor con ella, ahora se lo prohíbe. A partir de entonces, la domina, la trata con brusquedad. Para probar su valentía de caballero, se vuelve anticortés, lo que demuestra hasta qué punto resultaba difícil conciliar la antigua tradición caballeresca con la nueva cultura cortés.

El surgimiento de una ética cortés en Occidente favoreció el auge de una cultura de la pareja hombre-mujer, en tanto las amistades masculinas que habían tenido su momento de gloria en las leyendas heroicas empezaron a considerarse progresivamente como sospechosas, cuestionadas, rechazadas.

Es ese pasaje de la antigua cultura –que llamo homosocial– a la cultura heterosexual moderna lo que debe examinarse. Esta sustitución fue larga, compleja y difícil; el auge de la cultura heterosexual se ve con mayor nitidez en las resistencias que suscita, que se cristalizan en los discursos caballerescos.

La resistencia más notoria quizá haya sido la de los hombres de guerra y de la nobleza en general, es decir del segundo estamento de la sociedad del Antiguo Régimen. Hasta entonces la cultura feudal se había basado en un universo exclusivamente masculino. Los hombres, y especialmente los hombres de guerra, vivían a menudo en un mundo ajeno al de las mujeres. Esos caballeros estaban destinados a cultivar una ética del coraje individual y de sumisión leal al orden feudal, la ética del vasallo. La exaltación de la vida grupal, las campañas militares y la experiencia del peligro compartido creaban lazos muy estrechos. Esas amistades viriles solían convertirse en relaciones apasionadas, que comprometían a los dos caballeros hasta la muerte. Estas se expresaban en términos muy fuertes que implicaban una ternura entremezclada con el vigor militar, inconcebible para los actuales dispositivos sociosexuales.

(…) El amor de los caballeros por la dama en la sociedad cortés cumplía exactamente la misma función que las amistades masculinas en los castillos de antes; en ambos casos, esa disposición de los espíritus y los cuerpos, esas amistades y amores tenían como objetivo fortalecer la autoridad del soberano. Inicialmente la cultura homosocial, y luego la cultura heterosexual, estaban al servicio del poder. Esta homología funcional explica cómo dos paradigmas en apariencia tan opuestos pudieron finalmente sucederse con tanta rapidez. En ese sentido, si bien no hay que subestimar el conflicto manifiesto entre las tradiciones homosociales de antaño y la nueva cultura heterosexual, tampoco conviene sobrevalorarlo en lo que respecta a las mujeres y su estatus social.

* Extractado de La invención de la cultura heterosexual, que distribuye en estos días El Cuenco de Plata.


Para la clase de Trabajos Prácticos del viernes 12 de octubre:

Estudiar:

“Los diseños del amor”
capítulo 14 de DISEÑO.COM

Textos escogidos de Fragmentos de un discurso amoroso de Roland Barthes
Módulo 2

TEXTO COMPLEMENTARIO OBLIGATORIO
Homosociales.
Por Louis-Georges Tin


AGENDA

12 de octubre
Teórico: Discurso político y Poder
Práctico: Los diseños del amor

19 de octubre
Teórico: Diseños de la violencia
Práctico: Discurso político y Poder

26 de octubre
Teórico: Repaso
Práctico: Diseños de la violencia

2 de noviembre
De 19:00 a 21:00 hs:
SEGUNDO EXAMEN PARCIAL

9 de noviembre
Devolución del SEGUNDO EXAMEN PARCIAL
Entrega de T.P.F.

16 de noviembre
De 17:00 a 19:00 hs:
FIRMA DE LIBRETAS

De 19:00 a 21:00 hs:
RECUPERATORIO DEL SEGUNDO EXAMEN PARCIAL

A partir de las 22:00 hs:
FIRMA DE LIBRETAS (Aprobados en Recuperatorio)





No hay comentarios:

Publicar un comentario