jueves, 23 de septiembre de 2010

Teórico Nº 17: Femenino, masculino... una cuestión de género (segunda parte)

UBA FADU DISEÑO DE INDUMENTARIA DISEÑO TEXTIL

COMUNICACIÓN Y CRITICA SEXE
CURSO ANUAL 2010
24 de septiembre



TEÓRICO Nº 17


Femenino, masculino... una cuestión de género
(segunda parte)

Guía de lectura
“El vestido en el mundo de la comunicación masiva”
Capítulo 9 de Casos de comunicación y cosas de diseño

1. La noción de “mundo”. Relacionar con “mundo de la tintorería” en “El color y sus connotaciones” de DISEÑO.COM


2. Distinguir entre Medios de Comunicación Masiva y Medios Masivos de Difusión.


3. Cuatros medios (de la imagen): gráfica, cine, tele, internet.


4. Cuatros “momentos”: los ’20, los ’50, los ’70, los ‘2000.


5. Cruzando medios y épocas…


6. Los ’20.


7. Figura. Figurín y estatua.


8. Hombres y mujeres “por separado”.


9. Subjetividad del cuerpo: “porcelana”.


10. Seda, lana, algodón. Raso y satén.


11. Los ’50.


12. Nota de color en el diario Clarín del 31-12-50.


13. Silueta.


14. Movimiento.


15. La mujer trabaja.


16. Subjetividad del cuerpo: “cutis”.


17. Acetato. Encaje.


18. Los ‘70


19. Maniquí.


20. Sketch.


21. Subjetividad del cuerpo: “piel”


22. Poliamida. Tafeta.


23. Los ‘2000


24. Virtualidad.


25. Animación.


26. Silicona.


27. Poliéster. Microfibra.


28. (los anterior es un puteo, no son los únicos elementos)


29. Ver ítem por ítem, relacionándolos, en CUADRO página 140.


30. “Exploración de superficie”.



TEXTOS COMPLEMENTARIOS OBLIGATORIOS


Desarrollo teórico – práctico
Extraído del “Proyecto para la enseñanza de la unidad didáctica”.
Por María Laura Del Franco y Marcela Edith Gatto

FREUD – CASTRACIÓN ORIGINAL IMAGINARIA – TEORÍA FALOCÉNTRICA: TENER / NO TENER

El cuerpo “no existe”. El cuerpo marcado. El cuerpo como repertorio de significantes cuyo significado es la sexualidad. Relación de los contenidos con ejemplos de la vida cotidiana (5 minutos)

SIGNIFICANTES (FUNCIÓN FÁLICA) / SIGNIFICADO (SEXUALIDAD)
DESEO – EROTISMO – LO COMPLETO Y LA FALTA

El cuerpo femenino como el más apto para la marcación. La segunda desnudez: desnudez diseñada. La utopía de la desnudez: el cuerpo “verdadero” no existe (aquí se retoma la idea del cuerpo como repertorio de significantes). Cuerpo e intercambio simbólico (5 minutos)

CUERPO “VERDADERO” – SEGUNDA DESNUDEZ: DESNUDEZ DISEÑADA

El strip tease como celebración autoerótica: la mujer que se basta a sí misma. El buen strip tease como juego de construcción de signos. Mal strip tease y obscenidad (aquí se retoma la idea de “obscenidad” de la clase teórica del 12/09). La fascinación autoerótica: volverse falo para ser deseable. El lugar del “otro” en el strip tease. El strip tease como espectáculo de la castración: buscar “algo” y no descubrir que no hay “nada” (aquí se retoma la idea de que no existe un cuerpo “verdadero” al quedar desnudo).

STRIP TEASE: AUTOEROTISMO. BUEN Y MAL STRIP TEASE: DISCURSO / OBSENIDAD – VOLVERSE FALO: DESEO Y DESEO DEL OTRO (MIRADA)

Narcisismo dirigido. Moda y autoescritura del cuerpo. Reemplazo de la carencia básica con el propio cuerpo. El cuerpo como objeto de autoconsumo. Gestión del cuerpo en el mercado de los signos .

NARCISISMO DIRIGIDO – AUTOCONSUMO – MERCADO DE LOS SIGNOS

Se retoman aquí el concepto de castración. Salida del complejo de Edipo: Ley del padre y represión; Ley de la madre y regresión. Respuestas del sujeto: Subversión y autonomía. Manipulación incestuosa: endogamia y exogamia. El sujeto cerrado sobre sí mismo: sujeto de intercambio simbólico actual .

SUBVERSIÓN – AUTONOMÍA - EXOGAMIA – ENDOGAMIA – SUJETO CERRADO SOBRE SÍ MISMO


Nota publicada en el suplemento Psicología del diario Página/12, el 10 de septiembre de 2010.
Erotismo del velo
Por Eduardo Foulkes *


En el velo de la mujer musulmana, como en el hábito de la monja cristiana, el autor encuentra determinaciones que no corresponderían a una “sumisión religiosa”, sino a “un goce que la invocación religiosa encubre”.

De las monjas y el erotismo de su hábito, el Decamerón conserva páginas memorables. De lo que experimentan las mujeres musulmanas con su velo, sabemos menos. También ellas lo presentan como una manifestación pública de su religiosidad, pero no faltan testimonios de un goce del velo, que la invocación religiosa encubre.


La exposición del rostro sólo facilita un acceso a una identidad fisonómica, sin permitir por ello atravesar ese velamiento del sí mismo que es el rostro como máscara, cuya máxima expresión se alcanza en la sociedad victoriana, una cultura de la disimulación, la contención y la compostura de emociones y sentimientos. Este dominio, como se sabe, sólo se alcanza relativamente, pero sirve, como decía Aristóteles, para dominar a los demás. El anhelo musulmán de ocultar el rostro responde a otras premisas y tal vez no se trate tanto de esconder la identidad como de restringir al máximo la expresión pulsional.


Por eso tenemos derecho a suponer que la restricción religiosa deviene un síntoma, una formación de compromiso que incluye, en la misma prohibición, el goce de la pulsión escópica, de mirar. Es conocido el ejemplo del obsesivo que, al lavarse las manos, intenta lavar sus malos pensamientos pero, al hacerlo no deja de gozar, embadurnándose las manos con “... la caca”. Entonces, no sólo del integrismo religioso se nutren el velo o el hábito, y hay que pensar en el goce que el velo vela, pero que no logra hacer desaparecer. Ello remite al integrismo del goce y al goce del integrismo, aquí recluido en los pliegues del hábito y del velo.


¿Qué conduce a la mujer musulmana al uso del velo y a la monja al de su hábito? Para la opinión corriente, el hábito de las monjas o las prendas tradicionales de las mujeres musulmanas representan una demostración de sumisión religiosa que las obliga a ocultar su cuerpo y a veces su rostro. Pensar allí en un goce diferente que el del superyó, con su imperativo moral, se nos vuelve desatinado.


Si la pulsión y la mirada se despliegan en ese espacio del “verser vistoviendo”, en un circuito pulsional, la restricción pulsional del velamiento se nos hace evidente. El cine ha provisto de innumerables escenas eróticas de Santa Teresa gozando de su hábito. Con el velo musulmán tenemos menos imágenes eróticas y nuestra digresión, sin ser infundada, será menos generosa sobre esa relación larvada del velo con una identidad de goce. Hay un goce en la identidad que se refleja en la caracteropatía, donde se goza de la “forma de ser”, pero hay también identidades de goce, localizaciones o estaciones del goce que tienen inscripciones deletreables, y el velo es una de ellas. Gozar del roce de la tela, de sus pliegues y sinuosidades, de sus bordes y sus texturas, de su poder de evocar un paraíso capaz de conmover la fantasía del espectador.


Es lo que hace Gatian de Clérambault –único maestro en psiquiatría reconocido por J. Lacan– quien en su trabajo “La pasión erótica de las mujeres por las telas” descubre lo que es también su pasión, ciertamente, como ha sido señalado, más fetichista que la que él observa en las mujeres marroquíes que persigue estudiar: su trabajo fotográfico del velo de las mujeres musulmanas es bello y prolífico (ver ilustración).


El velo, supuesto velador del goce, se revela su objeto y se vuelve emisario de una latencia pulsional que irrumpe intempestivamente en un giro o una pose de ese cuerpo cubierto, como algo desconocido que, acechando desde una interioridad velada, reclama su goce. Interioridad extranjera, el velo, más que reprimir realiza; más que disuadir, estimula; más que unificar el cuerpo, lo fragmenta en una imagen. La diferencia cultural, antes que diferencia religiosa deviene diferencia del goce. Se impone entonces preguntarse por el lugar que ocupa el goce en la defensa a ultranza de la identidad cultural.

Decimos que el velo, el hábito o cualquier vestido religioso o ritual se hacen frontera de una identidad de goce. El que se excita eróticamente con fantasías sexuales con monjas interpreta un libreto erótico que le dicta su inconsciente. El arte de la sensualidad se desprenderá en innumerables variaciones posibles, que irán desde cambiar el color al hábito, despojarlo brutalmente o bien, en un lento trámite de detenerse en la cofia, el ruedo.


En cada elección dictada por el inconsciente hay una identidad de goce jugada, que será además foco inevitable de envidia para cualquier semejante, ya que, si tratara de imitarla se encontraría decepcionado al ver que sólo coincide en parte con su fantasía. El goce del semejante se le escapa y siempre será el que a él le falta. Hay allí una razón para la defensa de la propia identidad de goce y su prevalencia ante el goce del Otro.

Manifestación religiosa o étnica, el velo de la monja que enseña en el colegio geografía, o de la joven musulmana que va a la universidad a estudiar filología inglesa, se burlan de la polémica europea, de plena actualidad, que pretende desentrañar su significado en normativas culturales que buscan facilitar la integración. Sin desmerecer el costado multiculturalista del colectivo de las religiosas o de las musulmanas con sus prendas tradicionales, sentimos erigirse la dimensión del goce como aquello que no hay que dejar fuera de consideración cuando se discute el choque intercultural. La cultura es también, y sobre todo, una afirmación de las raíces de un goce que el otro diferente me propone cuestionar, devaluar o abandonar.


* Anticipo de un texto que se publicará en el próximo número de la revista Imago Agenda (ed. Letra Viva).

 TEXTO COMPLEMENTARIO NO OBLIGATORIO

Nota publicada en el diario La Nación, el 18 de septiembre de 2010.
Habría en la ciudad 3000 talleres clandestinos
Por Laura Reina


Lo afirman quienes denuncian el trabajo esclavo; desde Unicef piden una mayor contención

Cuando pasaron más de cuatro años del incendio en el taller de costura de Luis Viale al 1200, en el que murieron seis personas ?cuatro de ellas niños? poco parece haber cambiado. Según Gustavo Vera, referente de La Alameda, organización que denuncia el trabajo esclavo, en la ciudad quedan unos 3000 talleres clandestinos.

"El sistema sigue funcionando y está más aceitado que nunca porque el gobierno porteño disminuyó el ritmo de las inspecciones. Desde que asumió, Mauricio Macri no ha denunciado a ninguna de las grandes marcas y todos sabemos que siguen utilizando talleres clandestinos para confeccionar sus prendas", dijo Vera ante la consulta de La Nación.

Voceros de la Agencia Gubernamental de Control informaron que, desde el comienzo de 2008 hasta la actualidad, fueron clausurados unos 90 talleres y que cada año superó en clausuras al anterior; mientras que en 2008 no llegaron a cerrarse 20 talleres, en 2009 fueron más de 30 y, en lo que va de 2010, unos 40. Las fuentes explicaron que, durante este año, se concretaron más de 140 fiscalizaciones.


Según Vera, en los talleres clandestinos se trabaja entre las 7 y las 22. Allí ?dijo? los trabajadores viven encerrados para evitar llamar la atención de los vecinos.


"Hay entre 7 y 12 personas por taller, es decir, unos 30.000 trabajadores que viven en condiciones paupérrimas. Llegan engañados, les prometen buenos trabajos, les pagan pasajes y, cuando llegan a los barrios, los encierran a trabajar en el taller por muy poco dinero y hasta les exigen que les devuelvan, con trabajo, el costo del viaje", denunció Vera.

Los talleres de costura ilegales funcionan, fundamentalmente, en el sudoeste de la ciudad y han prosperado en las villas. "En la 1-11-14 y en la 20 están la mayoría, los ponen ahí porque tienen más impunidad, ya que las inspecciones no pueden realizarse nunca", dijo Vera, y agregó que, en los últimos años, surgieron muchos talleres en torno de la avenida Avellaneda, donde funciona un polo textil.


Respecto del caso de Angélica Condorí Patty, la madre que trabajaba y vivía en un taller de costura y que abandonó a su hijo en un Coto (ver aparte), la responsable del área de protección de Unicef Argentina, Gimol Pintos, opinó que a la variable pobreza en la Argentina hay que sumarle el tema de ser migrante.


"Además de la situación de precariedad laboral, los inmigrantes tienen dificultad para acceder a servicios y derechos.

Habrá muchos que dirán que la mujer incurrió en una situación de negligencia. Pero una persona que trabaja siendo explotada no está en condiciones de pedir ayuda para sí", opinó Pintos.






Para la clase de Trabajos Prácticos del viernes 1º de octubre:

Repasar:

“Femenino, masculino... una cuestión de género”
capítulo 13 de DISEÑO.COM

"El cuerpo o el osario de signos”
en El intercambio simbólico y la muerte.
Jean Baudrillard.

“Las minas de todos”
Capítulo 8 de Casos de comunicación y cosas de diseño

Estudiar:

“El vestido en el mundo de la comunicación masiva”
Capítulo 9 de Casos de comunicación y cosas de diseño


TEXTOS COMPLEMENTARIOS OBLIGATORIOS
EN APUNTES DE LOS TEÓRICOS 16 y 17.

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